sábado, 11 de diciembre de 2010

La última década del siglo XX e inicios del XXI, ha estado marcada por profundos cambios sociales, económicos, políticos, culturales. En este proceso no está ajena ninguna esfera social; el desarrollo de la ciencia y la técnica en un mundo globalizado, caracterizan también esta época.
Estos cambios vertiginosos indican hacia la existencia de un mundo unipolar donde la situación de la parte de la humanidad que sufre de extrema pobreza se ve afectada cada día más por el limitado acceso a la salud, la educación, la cultura y a otros servicios sociales y naturales imprescindibles para la vida.
La educación, se convierte en inquietud para políticos, educadores y diferentes grupos sociales, tomándose más conciencia del papel clave de este sector en el desarrollo de las naciones, lo que se refleja en las Conferencias de Jefes de Estado y Gobiernos celebradas, fundamentalmente, en la década del 90 e inicios de este siglo y en otros foros internacionales realizados en el continente, incluyendo el Evento Internacional Pedagogía 2003.
Por todas estas razones, la educación en América Latina enfrenta hoy grandes retos y la alta responsabilidad de preparar ciudadanos capaces de vivir en una sociedad fragmentada por las desigualdades, diversa, convulsa y amenazada por la guerra. Tiene el imperativo de formar hombres representantes de valores éticos y morales y que a su vez sean conscientes de lo divergente que resulta el hombre mismo.
Conocedores de estos retos algunos países de la región como Brasil, México, Chile, Venezuela, Argentina y otros, han proyectado el cambio educativo, encaminado, fundamentalmente, a redefinir el Proceso Docente Educativo con énfasis en el aprendizaje, el incremento del protagonismo de la escuela y las comunidades. Este cambio tiene sus particularidades en correspondencia con el contexto social, político, económico y cultural de cada país.
En este sentido, la mayoría de los autores consultados señalan que el replanteo que tiene lugar en ella, parte de la teoría de que se hace necesaria la unidad de la transformación de la sociedad y la formación de la personalidad de nuevo tipo responsable de cumplir con el encargo social.
En el caso de Latinoamérica este trasfondo tiene sus peculiaridades que hacen que gran parte de los sistemas educativos y con ellos, los educadores, no puedan, en muchos casos, responder activamente a la renovación necesaria que la educación requiere.

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